La Puentepiedra

        Desde Cabeza del Caballo se puede llegar hasta  uno de los puentes de piedra más imponentes que se puedan ver en parte alguna, pese a la humildad con que está construidos. Se halla sobre el piélago de Vegallana, más arriba del molino de David. El mismo nombre en femenino, la Puentepiedra  indica en el lenguaje popular una  diferencia entre los construidos por la ingeniería oficial y los hechos a base del esfuerzo común mediante lo que se llamaba prestación personal.

        Es una muestra significativa de arquitectura popular.Sus trece  ojos de tres metros de altura soportan una estructura  de unos cincuenta metros, toda ella a base de bloques de granito de factura irregular y  unidos sin argamasa. Su anchura es suficiente como para pasar un carro  si no se espantasen las bestias por la altura y el agua. Se cuenta que alguien llegó a cruzarlo así ante la circunstancia de quedarse aislado en el otro lado.

        Esta puente ha soportado numerosas crecidas del río que la han llegado a cubrir por completo. En 1996 el agua se llevó una losa que fue felizmente repuesta en su sitio. No ocurrió lo mismo con la Puente de las Vegas: el agua se llevó cinco de sus ojos. Su reconstrucción, sin embargo,  se realizó con métodos modernos y se colocaron vigas de hormigón y bovedillas con el consiguiente atentado contra la arquitectura popular. Pero el derribo de esta puente no se produjo sólo por causas naturales: la tala indiscriminada de fresnos para el ramoneo  del ganado y la no retirada de los restos de troncos produjo un efecto presa cuando, llevados por la corriente, se acumularon  entre los pilares, de una manera similar a como se pudo apreciar con los bayones -carrizos- en la Puente  Piedra.

        Más arriba de aquí, frente a la peña El Mochuelo, llega el agua del Regato de Valdelobos. Viene desde la charca de los Cotorros y, en su camino, Pedro de la Matea preparó hace tiempo una curiosa edificación para poder regar su huerta, dejándonos una muestra no sólo de su conocida tozudez a la hora de construir, si no, además, una verdadera obra de ingeniería a base de piedras de granito arrebatadas a las antiguas paredes de los prados.