Noviembre de 2005

       01-11-2005. Es el día de Los Santos. Es una de las fechas en que mas paisanos se acercan a su pueblo. Visitar las tumbas de los familiares fallecidos es también el pretexto para estar unos días entre con los que nos afrontamos a pasar el frío invierno.

       04-11-2005. En pocos días el paisaje ha cambiado radicalmente. Donde antes había sequía y, casi, desolación, ahora es todo verde y abundancia de comida para el ganado

       06-11-2005. Ya hace varios días que el puente de El Cacho está totalmente terminado. Todos pasamos por él saltándonos una insultante señal de dirección prohibida, colocada allí a la espera de que algún político tenga un hueco en su agenda para tener el honor de ser el primero en cruzarlo sin el riesgo de que la GC lo denuncie.

       11-11-2005. Por fin se quitan las señales que impedían pasar legalmente por nuestro puente. Inexplicablemente nadie ha venido a inaugurarlo.

       13-11-2005. Ha estado todo el día lloviendo pero la tierra aun no está saturada como para que corran los regatos y se ceben los manantiales.

       Abro una nueva página de fotografías antiguas con una muy especial, cedida por Dora, la de Emilio En ella se pueden ver a muchas de nuestras madres y abuelas. Se podría abrir un concurso para saber a quien corresponde cada uno de los retratos.

       16-11-2005. Veo las primeras bandadas de avefrías, a las que aquí llamamos aguzanieves, Llegan desde su territorios estivales del centro y norte de Europa para huir de los fríos inviernos de sus lugares de anidamiento para pasar en nuestros campos la mitad del año. Para nosotros es el anuncio de que el frío comenzará a ser verdaderamente importante

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       17-11-2005. El aula de informática del Ayuntamiento prepara un nuevo curso, en este caso para mayores. Además, me han dicho que todo aquel que lo quiera podrá acceder a Internet desde los ordenadores de la citada aula.

       29-11-2005. Hoy se han comenzado a destruir las antiguas casas de los maestros para habilitar aquel terreno para la construcción de la proyectada residencia de ancianos.

       30-11-2005. Termina este mes de noviembre y con el se nos va para siempre otro de nuestros pisanos Ha fallecido Francisco Vicente, el de la Daría. Tenía setenta y seis años y ya llevaba algún tiempo bastante enfermo. Toda su vida se dedico a las labores del campo con la abnegación  de las gentes de nuestra tierra. Acompañamos en su dolor a Daría, a sus dos hijas Palmira y Bella, así como al reto de su familia. D.E.P

 

Surcos en el recuerdo y la esperanza  

 

Para el amigo labrador

que se alejó soñando por los surcos

del huerto. Y ya no regresó.

 

    Aquellos días, tan cerca ,ay Dios, y tan lejanos,

éramos huéspedes del huerto cada tarde

donde el corazón se inundaba de aire limpio.

Junto al pozo crecían un laurel y dos olivos

que ahora estarán empapados de tristeza.

Aquel viejo labrador, entonces,

alzaba los brazos seguros y triunfantes,

para alentar las fuentes de la vida,

los senderos del fruto y de la flor.

    Traía una continua fiesta en la mirada, lo recuerdo,

y una música silvestre por los labios.

Regresaba el tempero, hería la hierba maliciosa,

rasgaba el pecho fuerte de la tierra,

olvidando la congoja de los huesos:

       -Ya encontraremos a la vuelta una yacija-,

así decía. Ahora hay que bregar,

que el sudor sirve pan oloroso en el mantel

y la abuela sabrá repartir, ya lo verás,

con sus manos tiznadas de tiempo.

    Luego llegaba entre las flores,

surco arriba y abajo el corazón.

Y prendía del aire la canción transida

de otros hombres lejanos, de otras tierras,

de otros huertos preñados de espera,

de modo que el trabajo de la huerta

era para él como un abrazo,

y el sudor un recio manantial,

y el día un portal abierto y clamoroso.

 

    Aquel amigo labrador estará

en algún lugar de las estrellas,

hundiendo los pies en surcos tan rectos,

abonados de espuma.

Andará entregado al fulgor y la esperanza,

como estos recuerdos rotos que yo traigo

para siempre atados a la sangre.

   

                        Tomás Rodríguez